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Martes 8 de mayo: Nueva concentración contra la violencia machista

A dos meses del multitudinario 8 de marzo y con la sentencia del caso de la manada todavía en el ambiente, este martes 8 de mayo, las mujeres de nuestra asociación participarán, junto con las mujeres del resto del movimiento vecinal, en una nueva concentración a las 7 de la tarde en las escaleras de la Diputación Provincial de Zaragoza.

Reproducimos a continuación el manifiesto de la concentración y os animamos a participar en la misma.

Nos reencontramos este mes habiendo dejado atrás otro mes aciago para las mujeres. Finalizó el lunes 30 de abril, con la muerte de Silvia P. M. otra mujer de 34 años tras la paliza que su ex pareja, de la que tenía orden de alejamiento, le propinó en una calle de Burgos. También ese día conocimos que otro hombre, había incendiado la vivienda de su ex mujer en Valencia, a la que ya había amenazado previamente con hacerlo. Afortunadamente, él no sabía que su ex mujer y su hija no estaban en casa.

Otra mujer que fallece, que valientemente le abandonó y no fue suficiente, otra mujer que siente el miedo y la desprotección en sus carnes, otra madre valiente que huye y protege a su hija teniendo que huir de su hogar.

Los periódicos nos contaron el titular del momento álgido de una historia. Pero no nos hablarán de los días de antes, ni de los días de después. No nos contarán la desesperación de las familias, la rabia de una madre y un padre que pierde a su hija en la plenitud de la vida, a la que criaron con esfuerzo para que un día alguien se la arrebate de forma cruel y violenta, no nos contarán lo que sufrió antes de su desenlace ni la angustia, el miedo o el dolor que padeció. Tampoco nos informarán de qué pasará con esa madre que tiene que criar a una hija, y no tiene casa a la que volver.  De esa niña, que ha tenido que sufrir la maldad antes de tiempo perdiendo su infancia, a manos de quién debió protegerla, cuidarla y ayudarla.  

Y así, una a una, se van sumando desgraciadamente, nuevas mujeres, nuevas familias, nuevos niños y niñas, a esta tragedia sin fin. Y NO LO LLAMAN TERRORISMO, PERO LO ES.

También en abril conocimos la sentencia del caso de  «La Manada». No esperábamos nada. Y, a la vez, esperábamos todo. JUSTICIA. Pero, nuestra joven hermana no recibió justicia, sino una nueva agresión. Y, las demás, recibimos una bofetada en la cara. Una vuelta a la realidad, por si a alguna se nos había olvidado tras el éxito del pasado 08 de marzo.

Nada de esto es nuevo. Porque todo vale cuando se trata de poner en duda la versión de la víctima, si ésta es una mujer. Esta sentencia, por ser mediática, ha indignado a la mayoría de la sociedad, que no la comprende, pero que evidencia para el público general, algo que viene sucediendo a lo largo de nuestra historia judicial, y es la interiorización de una concepción machista y humilladora de la mujer, que viene protegiendo al agresor en la medida que se los textos legales se lo permiten. Por ello, es necesario su cambio, para que no quepa margen alguno a la interpretación misógina

Cuando se comete un robo, si se prueban los hechos, nadie duda de que es un robo. Nadie cuestiona la ropa de la víctima o si se defendió. Pero es entrar en juego las palabras mujer y agresión sexual, y se nos exige que seamos santas, heroínas, que no suframos pánico, ni miedo, y los hechos ya no son suficientes, ni las grabaciones, ni los whatsapps, ni la premeditación. Se nos exigen una serie de parámetros  que no se requieren en ningún otro tipo de delitos y que ni siquiera figuran en los cuerpos legales. Pero sólo a nosotras, al agresor, nunca. Somos nosotras las que tenemos que probar que no hubo consentimiento aunque además de violarnos, nos  arriesguemos a ser molidas a palos, aunque nos maten. Porque es el único delito del código penal donde la víctima tiene que acreditar que hay resistencia. No podemos permitirlo. No tenemos que ser heroínas para demostrar que hemos sido violadas.

Desazona, no sólo la traslación de la prueba de la falta de consentimiento a la víctima, sino también la falta de perspectiva de género, la falta de empatía que permita ver lo que la víctima sufrió, para valorar los hechos, para no apreciar intimidación y violencia cuando 5 hombres de fuerte complexión, violan a una chica de 18 años en un portal habiendo la premeditación que se deduce de sus whatsapps y teniendo otro juicio pendiente por hechos similares, lo que los convierte en depredadores. Más aún cuando dos de ellos forman parte de los cuerpos de seguridad del estado, que deben proteger a sus ciudadanos y ciudadanas, lo que debería considerarse una agravante.

En un estudio realizado en Suecia a mujeres que habían sobrevivido a una violación se concluyó que el 70% de las mujeres habían sufrido una parálisis y no reaccionaron. Se nos traslada tanto la responsabilidad que necesitamos estudios que analicen cómo nos comportamos para poder alegarlos para defendernos.

Esta sentencia pone de relieve no tanto al derecho sino a la ideología que refrenda un comportamiento, unas actitudes, una concepción de la mujer que está presente en la justicia y en quienes la imparten. Y, donde debería reconocerse el dolor de la víctima hay un menosprecio de su sufrimiento, de sus secuelas. Y, al final, una protección a los agresores y un reforzamiento de sus conductas. Y la sociedad asiste horrorizada a una inmoralidad mientras que el ordenamiento y sus jueces, acaba protegiendo al misógino, y sobre la víctima recaen las 3 violaciones, la física, la psicológica, donde se la responsabiliza y se la humilla y la social, donde se permiten comentarios perniciosos contra ella.

Como decía en un artículo de El Público, la profesora de filosofía, Ana Carrasco Conde, en qué clase de sociedad vivimos cuando la víctima es sacrificada una y otra vez, en dobles violencias, físicas y simbólicas, con la complicidad y el silencio del esta justicia. Si la justicia que tenemos es así, que nos deja llena de rabia, de impotencia, de miseria, quizá sea hora ya de construir otro orden, otra lógica, otra justicia, otra comunidad, otra manada. Y que la víctima, sea quien sea, sea reconocida de pleno derecho como ciudadana, como sujeto del derecho, como un ser humano que siente, padece, sufre y que no merece formar parte de ningún arcaico ritual, que la vuelve a cuestionar, que duda de ella, que la humilla, que la tortura, que la minusvalora, la menosprecia y la veja y que, no siendo posible la reparación del daño, ni siquiera le proporciona la más leve justicia moral que conlleva el reconocimiento de su dolor, el apoyo, la solidaridad.

Quieren que nos rindamos. Pero no podemos hacerlo. Por ello, necesitamos que el tsunami feminista que explosionó el pasado 08 de marzo, no termine. Quieren que sea flor de un día. Pero, hay que presionar para que este movimiento social quede canalizado en políticas sociales, de justicia y educación. Es necesario cambiar el miedo de campo, es necesario poner el foco en el agresor, es necesario poner las luces sobre los que emiten estos argumentos que protegen a los agresores, refuerzan sus conductas y nos estereotipan y cosifican. Necesitamos todas vuestras manos, para continuar, necesitamos visualizar micromachismos, necesitamos más tsunamis que impacten contra el sistema, que les obligue a cambiar, necesitamos seguir luchando, juntas, valientes. Y, necesitamos hacer saber a las víctimas que son eso, víctimas, pero ni responsables ni culpables, necesitamos decirles que no están solas, que no son las únicas, que continuamos a su lado hoy y mañana, que aunque ellas no puedan, las demás no nos rendimos, que seguiremos juntas de la mano el camino emprendido, necesitamos decirles bien alto HERMANA, YO SÍ TE CREO. HERMANA, NO ESTÁS SOLA. 

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